Mi móvil se ha estropeado… lo he tenido que enviar al “taller”. Como dicen los antidesarrollistas, “la tecnología siempre se avería”, así que menos mal que sólo es un móvil y no una central nuclear.
Rebuscando la garantía, me topé con este pequeño manual de instrucciones.
Nunca había reparado en ello, ni siquiera tenía idea que las compañías de telefonía móvil intentasen justificar la protección ante las radiaciones. Esperemos que sea un primer paso… aunque más que dejarme con una mayor sensación de seguridad y confianza, he acabado con cierto desasosiego. Veamos por qué.
La Tasa de Absorción Específica (SAR)
La tasa de absorción específica (en inglés, y comúnmente, SAR, de specific absorption rate) es una medida de la potencia máxima con que un campo electromagnético de radiofrecuencia es absorbido por el tejido vivo, aunque, también se puede referir a la absorción de otras formas de energía por el tejido, incluyendo ultrasonido. Se define como la potencia absorbida por la masa de los tejidos y tiene unidades de vatios por kilogramo (W/Kg). Se emplea para frecuencias entre 100 kHz y 100 GHz, es decir, radiación no ionizante, y en particular para teléfonos móviles.
La SAR es un indicador de la radiación absorbida mediante los efectos térmicos producidos en el organismo. Es el parámetro elegido para establecer los límites legales de exposición a la radiación producida por los teléfonos móviles y recomendado por la ICNIPR (Comisión Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes).
¿La limitación de los efectos térmicos asegura la protección frente a las radiaciones?
Según el prospecto de mi móvil, se dice que estos límites legales “aseguran la protección de todas las personas, independientemente de su edad y de su estado de salud”.
Sin embargo, investigando un poquito, descubro que existen voces, múltiples y referenciales no sólo en el ámbito de lo social, sino también en el científico, que alertan del riesgo para la salud de la radiación producida por móviles a intensidades mucho más bajas que los 2W/kg (límite legal) o que los 0,572W/kg (máximo del móvil).
Como referencia, el Informe BioInitiative (compendio de 3.800 estudios de investigación científica) incide en que el establecimiento de las normas de seguridad debería basarse en los efectos no térmicos de las radiaciones, producidos a intensidades notablemente inferiores.
“Nuevas evidencias sugieren que el concepto de Tasa de Absorción Específica que ha sido ampliamente adoptada en las normas de seguridad, en solitario no es útil para la evaluación de riesgos para la salud de los efectos no-térmicos de las microondas de las comunicaciones inalámbricas. Otros parámetros, tales como la frecuencia, la modulación, la duración y la dosis deben ser tomados en cuenta.”
Es decir, que no sólo la intensidad de la radiación y los efectos térmicos producidos inciden en el organismo. La SAR no abarca la interacción de cada tipo de radiación con un tejido vivo en funcionamiento (en concreto con los campos electromagnéticos naturales propios de cada órgano del cuerpo humano), los efectos de la exposición permanente ni las diferencias en cuanto a ritmos circadianos (sueño-vigilia).
Y es que la ciencia ya ha constatado los efectos biológicos de las radiofrecuencias a niveles muy por debajo de los límites legales; la evidencia científica ha dejado atrás a la SAR.
Recomendaciones y acciones legales sobre la exposición a las radiaciones de los teléfonos móviles.
El Informe BioInitiative concluye con una serie de recomendaciones en el ámbito de la salud pública. En primer lugar, propone a las agencias de salud (ICNIRP y otras) el establecimiento de nuevos límites de seguridad más estrictos, acordes con los avances científicos. El objetivo es proteger suficientemente la salud pública de la exposición crónica a partir de exposiciones de muy baja intensidad.
“Si no se hacen correcciones en el curso del proceso para los límites de seguridad existentes y obsoletos, dicho retraso magnificará los efectos sobre la salud pública con más aplicaciones de tecnologías inalámbricas habilitadas para la exposición de aún más poblaciones…”
Además de recomendar el mantenimiento del servicio de telefonía por cable, incide en la información que los móviles deberían ofrecer al(a) usuario/a de forma clara y visible (modelo de las cajas de tabaco) sobre los posibles efectos en la memoria, aprendizaje, funciones cognoscitivas, desórdenes del sueño, cansancio, disminución de la función inmunitaria y otros síntomas.
Resulta muy interesante las medidas recomendadas por la Cámara de Médicos de Viena para reducir la exposición: evitar uso del móvil dentro de elementos metálicos (coches, vagones…), alejar el móvil del cuerpo, no desplazarse mientras se habla, minimizar su uso, evitar su uso a menores de 16 años, apagarlo por la noche…
Son numerosas también las acciones y advertencias legales, especialmente desaconsejando su uso por niños/as y/o menores de 16 años (Autoridad Finlandesa de Seguridad Nuclear y contra las Radiaciones, 2005; Agencia para la Protección de la Salud del Gobierno de Alemania, 2007; Ministerio de Telecomunicaciones de la India, 2008; Ministerio de Salud de Israel, 2008; Gobierno de Tajikistan, 2009; Gobierno Francés, 2009). Incluso el Comité Nacional Ruso de Protección contra las Radiaciones No-Ionizantes (2008) advierte del riesgo de tumores en los/as niños/as de hoy, de los 25 a 30 años y Alzheimer de los 50 a 60 años.
¿Cuáles serían las consecuencias de la exposición a la radiación del móvil?
La investigación científica ha llegado a determinar los efectos biológicos de este tipo de radiaciones antes incluso de la entrada en vigor del 3G (UMTS).
El Informe BioInitiative muestra estos efectos:
– Daño a los espermatozoides y la reproducción, producido por usar o simplemente por llevar un móvil en el bolsillo. El ADN de los espermatozoides queda dañado, sin posibilidad de recuperación, lo que lleva a problemas importantes en la fertilidad, la reproducción y la salud de la descendencia.
– Mayor vulnerabilidad de niños/as y el feto. El riesgo es 10 veces mayor durante los dos primeros años de vida, debido a su masa corporal más pequeña y rápido desarrollo físico.
– Efectos natales y neonatales. En el feto se constatan reducción de niveles de melatonina y alteración en el desarrollo de los huesos del cráneo, y en la niñez, propensión al asma y leucemia. Hijos/as de madres que usan móvil durante el embarazo desarrollan durante su edad escolar un 25% más de problemas emocionales, un 35% más de hiperactividad, un 49% más de problemas de conducta y un 34% más de problemas con sus compañeros/as.
– Efectos sobre la barrera hematoencefálica, que protege el cerebro. El uso del móvil aumenta la permeabilidad de esta barrera, permitiendo la entrada al cerebro de sustancias tóxicas.
– Evidencia de efectos sobre los tumores cerebrales. Gliomas y neuromas acústicos desarrollándose en la zona más expuesta al teléfono inalámbrico.
Y esta lista sería mucho más larga si expusiéramos todos los efectos producidos por las radiofrecuencias,; aquí únicamente aparecen los efectos exclusivos de la exposición a los teléfonos móviles.
La punta del Iceberg.
La radiación de los móviles y sus efectos son sólo la punta del iceberg. Quizás debido a su repercusión en nuestras vidas y en nuestra relación con los/as demás que tienen los móviles, los riesgos asociados a su uso son algo más conocidos.
Pero el ámbito de las radiaciones abarca mucho más; no quisiera con este post dejar una visión sesgada de las consecuencias de lo inalámbrico. Así que queda pendiente otro artículo que aborde el tema desde una perspectiva más general… llegará en breve.
Y ahora voy a disfrutar de la radiación solar, con sus efectos térmicos (en su justa medida), y de unos días sin móvil… seguro que mi barrera hematoencefálica (sin duda, también mi cerebro) lo agradecerá.
Barbarin (Nafarroa), 28 de julio de 2015.
Miguel Martinez de Morentin Morras,
Arquitecto y Especialista en Mediciones de Biohabitabilidad por IBN-IEB.
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