Uno de los peligros que se esconden dentro de casa son las condensaciones: a menudo ni se ven, no siempre son de fácil solución, pueden causar serios problemas a los materiales y a la salud. Una de las tareas que, como baubiólogo medidor, me piden a menudo es la identificación de las causas de las condensaciones y la propuesta de posibles soluciones.
Con una humedad relativa muy elevada hasta con las cálidas temperaturas de verano, en invierno la casas de Mallorca se convierten en un hábitat ideal para la proliferación de hongos del moho. Además que problemas estéticos, el moho es causa de degradación de los materiales y, sobre todo, puede ser un grave problema de salud a través de las esporas que desprenden en el aire. Las esporas que flotan en el aire interior, una vez inspiradas pueden causar los más diversos problemas de salud: alergias, bronquitis, moco, congestión nasal, tos, discapacidad en el sistema inmunitario, hasta infección en los pulmones en los casos más graves (hay unos pocos tipos de hongos del moho, no muy comunes afortunadamente, que hasta pueden ser letales).
Así que sanear una vivienda infectada por el moho es una prioridad si uno quiere vivir en una casa sana. El moho para desarrollarse necesita humedad: esta humedad puede originarse de la condensación del agua presente en el aire, o bien debido a un remonte capilar, o bien causada por una infiltración o una fuga.
El caso del que os quiero contar aquí es de una vivienda unifamiliar aislada, en suelo rústico, construida en los ’90 para pasar el verano y convertida en domicilio principal. El dueño me contactó alarmado por la cantidad de moho que le estaba apareciendo en algunas paredes y, consciente del peligro de las esporas, quería saber las causas de su aparición y los remedios para sanar las habitaciones.
El primer paso es tomar nota de los datos básicos del clima: temperatura interior y exterior, humedad relativa y absoluta en el interior como en el exterior, la presión atmosférica y la hora de la medición. Estos primeros datos nos permiten averiguar si el aire interior contiene mucho más vapor de agua del aire exterior. En nuestro caso, la humedad absoluta (hA), que mide la cantidad en gramos por metro cúbico de agua presente en el aire, del aire interior era poco más alta (1,4 gr/m3) debido a la normal actividad antrópica: se puede descartar que las condensaciones detectadas sean debidas a la composición del aire. Un registro de larga duración (de 2 días hasta 1 semana) es indicado cuando la diferencia entre la hAint y la hAext es mayor: de esta manera se evidencian los hábitos de ventilación, de producción de vapor de agua en la cocina y en los baños, la presencia de invitados.



El siguiente paso es, a través de una observación de las superficies afectadas, averiguar si la condensación que causa el moho sube por capilaridad desde el subsuelo (remonte capilar) o es debida a una fuga de agua o infiltraciones. En nuestro caso, los hongos del moho estaban distribuidos de manera más o menos uniforme sobre toda la superficie, con mayor intensidad en las esquinas y en los ángulos (puntos fríos). En caso de remonte capilar, las zonas afectadas estarían en el zócalo de la pared (primer metro a partir del suelo) y a menudo se notarían problemas al mortero de revoco (desconchamiento). En caso de fuga o infiltración de agua, los hongos del moho se observarían normalmente en en zonas delimitadas, o sea donde el agua llega por capilaridad a la superficie. Nuestro caso parecía ser un típico caso de condensación debida a puentes térmico: con la ayuda de un termómetro de superficie y de otro a infrarrojos, se confirmó que el punto de rocío (o sea la temperatura a la que el vapor de agua presente en el aire se condensa en agua) estaba peligrosamente cerca a la temperatura superficial de las paredes, y hasta en algunos puntos estaba por debajo de ella a pesar de una tarde con una temperatura exterior muy leve (17,7ºC). Los puntos de rocío medidos se encontraban por encima de los 13ºC, así que en una noche normalmente fría de invierno, con una pared exterior hecha de bloques de hormigón de 20 cm sin ningún tipo de aislamiento, no es de extrañarse que condense mucho vapor de agua creando una de las condiciones principales y necesarias para la propagación de los hongos del moho.
La solución propuesta fue, en su caso, un sistema de aislamiento exterior compuesto por aglomerado natural de corcho negro enlucido con mortero de cal hidráulica. También se aconsejaba en el interior, una vez saneado muy cautelosamente, revestir el revoco de cemento con un micro mortero de cal hidráulica que, por su pH muy elevado, impide la proliferación del moho.
Es aconsejable que el saneamiento lo haga una empresa especializada, sobre todo cuando, como en este caso, no sabemos con que clase de moho nos encontramos. Si decidimos hacerlo en economía, hay que tomar precauciones para evitar intoxicaciones. Lo más importante pero es nunca subestimar la apariencia de moho y sanear cuanto antes.
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