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Las rehabilitaciones energéticas de edificios, consecuencia de la actual tendencia hacia la eficiencia energética, son valoradas mediante la medición y monitorización de consumo, temperatura y humedad relativa como únicos parámetros relevantes. Sin embargo, se puede aportar otra información valiosa a través de análisis de calidad del aire para demostrar que las viviendas existentes no solo son derrochadoras, sino también que tienen incidencia en el bienestar y salud de las personas.

DESDE LA EFICIENCIA ENERGÉTICA A LA SALUD

En los últimos años, donde la rehabilitación energética de edificios ha vivido un importante auge en el sector de la construcción, a menudo no se ha sabido reconocer que ésta es una gran estrategia a largo plazo, no sólo para la mejora del parque edificatorio construido sin aislamiento o sin apenas eficiencia energética, sino también para enfrentarnos a los problemas de salud derivados directamente del entorno donde vivimos.

Hoy en día es mucha la literatura científica que ya nos muestra claramente la relación que existe entre las patologías de las viviendas y su influencia en la salud e incluso en el aumento de la mortalidad. En el proyecto europeo Sophie (ver bibliografía), donde se habla sobre cómo las políticas de vivienda pueden reducir las desigualdades en salud, se afirma que “las políticas sobre eficiencia energética en viviendas pueden reducir los impactos en salud de la pobreza energética”. Por otro lado, en el estudio “Estimación del efecto de la rehabilitación energética en la salud de las personas” de Joana Ortiz y Jaume Salom (ver bibliografía), se menciona que algunas de las patologías que causan problemas de salud “están relacionadas con temperaturas frías en invierno, altas temperaturas en verano, problemas de humedades y hongos, bajos niveles de calidad del aire y altos niveles de ruido”.

Curiosamente, y aunque pocas veces se menciona este hecho, la eficiencia energética llevada a cabo mediante estándares de Energía Casi Nula rigurosos, ambiciosos y probados (Passivhaus, Minergie o Casa Clima/KlimaHaus entre otros) tiene las herramientas para solucionar estas patologías constructivas tan desgraciadamente frecuentes en el parque inmobiliario existente, y que como hemos visto, son causa demostrada de problemas de salud.

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Segunda parte del post sobre radón

Cómo detectar el gas Radón:

Las mediciones de gas Radón se encuentran estandarizadas por los organismos de control europeos y con el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y se sigue el mismo protocolo para medir los lugares de trabajo que para las viviendas. Cualquier medición debe estar hecha por una persona experta que sepa interpretar los datos y manejar el instrumental. Además de la duración de la medición, deben tenerse en cuenta los factores ambientales y estacionales que pudieran dar valores alejados de la media.

Existen tres tipos de medidas, las medidas instantáneas, rápidas de bajo coste y poco precisas, las medidas de lectura continua que requieren de una evaluación constante y de largos periodos de tiempo y las medidas integrales que miden concentraciones promedio en períodos largos y que las hacen las más adecuadas para la inspección.

Figura 1.6 Diferentes aparatos presentes en el mercado para medir Radón

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Electricidad sucia, un factor de contaminación poco conocido

Dentro del mundo del electroclima, tenemos el factor de la electricidad sucia al que seguramente no se le ha dado toda la importancia que debería tener. Los que lo han estudiado viendo sus efectos en la salud, opinan que debería investigarse mucho más a fondo. Entre ellos tenemos al Doctor epidemiólogo Sammuel Milham, autor de “Dirty Electricity”, la doctora Magda Havas, el experto en mediciones e ingeniero Michael Schwaebe y otros.

 

 ¿Qué es?

La corriente eléctrica tiene una frecuencia determinada para cada territorio, por ejemplo en Europa es 50 Hz y en EEUU son 60 Hz. La gráfica que se obtiene mediante un osciloscopio de la onda de la corriente eléctrica muestra una típica forma sinusoidal repetitiva a la frecuencia mencionada (línea azul en la figura 1). Muy a menudo, esta onda sinusoidal uniforme se puede ver distorsionada por diferentes factores afectando a su uniformidad y su frecuencia (línea rosa en la figura 1).

 

Figura 1

 

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En febrero del 2018 entró en vigor la aplicación de la normativa europea 2013/59/EURATOM, en la que se establecen normas de seguridad básicas para la protección contra los peligros derivados de la exposición a radiaciones ionizantes en especial al gas Radón. En nuestro país todavía no se han establecido las medidas correctoras necesarias para minimizar el impacto en la salud de este gas letal.

En este post dividido en dos partes, se hablará de las características físicas del gas, factores que favorecen su aparición en los interiores, sus efectos sobre la salud, las concentraciones admisibles, técnicas de medición, prevención y saneamiento.

 

Qué es el gas Radón

El gas Radón es y ha sido un contaminante interior silencioso y muy peligroso, que emite radiación ionizante y emana desde las rocas graníticas hacia los interiores habitados. En 1869, Henri Becquerel descubrió que el Uranio emitía radiaciones ionizantes y desde entonces los efectos de éstas sobre la salud se han ido conociendo poco a poco. Es un tipo de energía liberada en la desintegración atómica en forma de ondas electromagnéticas muy energéticas y de altísima frecuencia (rayos gamma o rayos X) o partículas (partículas alfa y beta o neutrones). Este fenómeno es conocido como radiactividad. Los elementos inestables que se desintegran y emiten radiación ionizante se denominan radionucleótidos.

Figura 1.1 Molécula de radón

radon1

Fuente: http://keithcom.com/atoms/index.php

El radón es un gas noble y radioactivo, procedente de la desintegración del Ra226, emana por toda la superficie terrestre y se filtra por pequeñas grietas en la solera o muros del terreno (M2.2.4). Es incoloro, inodoro, insípido e invisible. Es muy volátil, más pesado que el aire y soluble en agua.

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Introducción

En este articulo se mostrarán algunos trucos para reducir la contaminación del router WiFi domestico: no se pretende detallar los riesgo biológicos de la exposición a las ondas electromagnéticas, ya que en la red hay mucha información sobre el tema1. Aquí se intentará proveer unos instrumentos para reducir la contaminación cuando las recomendaciones primarias de uso de la tecnología inalámbrica por parte de la Baubiologie no se pueden aplicar.

Según el consenso entre especialistas de Baubiologie, la opción mejor siempre es no tener router inalámbrico o dejarlo apagado y emplear en su lugar conexiones con cable Ethernet (LAN).

Si esto no es posible y es necesaria una conexión inalámbrica, entonces se recomienda encender el WLAN sólo cuando se emplea, y apagarlo otra vez al terminar. La conexión inalámbrica se puede apagar sin cortar la red LAN en los aparatos enchufados por cable: en casi todos los routers modems, hay un botón de apagado/encendido de la antena WLAN (Fig. 1).

 

Fig. 1: Interruptor de apagado/encendido del WLANFig. 1: Interruptor de apagado/encendido del WLAN

 

Si el botón no está, en este articulo se aprenderá en apagarlo a través de la web interface.

Por ultimo, si tampoco es una opción el encendido/apagado selectivo manual del WLAN, los especialistas recomiendan al menos apagarlo en las horas de sueño: operación que se puede llevar a cabo manualmente, o a través de un reloj de enchufe (Fig. 2) o gracias a unos ajustes de la web interface que se mostraran mas adelante.

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